EL EURO (€)

Roma, 1957, se firmó el tratado que constituyó la Comunidad Económica Europea. Durante este periodo estaba en vigor el sistema monetario internacional diseñado en Bretton Woods.


Este, establecería unos tipos de cambio fijos en relación al dólar y un precio invariable del dólar en oro, 35 dólares la onza. Cada país fijaba el valor de su moneda y mantenían sus reservas principalmente en forma de oro o de dólares, y tenían el derecho de vender sus dólares a la Reserva Federal de EEUU a cambio de oro al precio oficial. El sistema era, pues, patrón de cambio-oro, en el que el dólar era la principal moneda de reserva.


Pero, en 1973, desaparece el sistema, y con ello, el valor de la moneda queda en suspense. 


Aquellos años en Europa se estaba construyendo a buen ritmo el mercado común y había preocupación con respecto a los problemas de la inestabilidad de los tipos de cambios de valor de las monedas europeas.


Este fue el origen del Sistema Monetario Europeo (SME) en 1979 que, tras numerosos cambios nació la actual Unión Monetaria

En un mundo de cambios flexibles, los países europeos se comprometieron a mantener estables los tipos de cambio de sus monedas frente a otros.


La existencia de una moneda común, el euro, es posiblemente uno de los mayores logros de la Unión Europea, facilitando el funcionamiento del mercado único europeo y limitando los costes de transacción para las empresas y para la ciudadanía.


No fue hasta el 1 de enero de 2002, en el que, el euro, entró en definitiva y para quedarse, en nuestras vidas. Durante los primeros meses, las monedas locales, en el caso de España, la peseta, convivieron con el euro para facilitar la adaptación de los ciudadanos, mientras que los comercios debían informarse de los nuevos precios y equivalencias. 


Actualmente, es la moneda oficial de 19 países de la Unión Europea que constituyen la zona del euro.




Su introducción trajo consigo numerosas ventajas para las economías de los países como por ejemplo: la estabilidad de los precios; la mayor facilidad, ahorro y seguridad que supone para las empresas comprar y vender en la zona del euro y entablar relaciones comerciales con el resto del mundo; mayor estabilidad y crecimiento económicos: unos mercados financieros mejor integrados y eficientes; mayor influencia en la economía mundial…


Internacionalmente una moneda única hace de la zona del euro una región más atractiva para hacer negocios a ojos de los operadores económicos de terceros países, fomentando así el comercio y la inversión.


Así mismo, no todos son ventajas, pues encontramos numerosos inconvenientes como son por ejemplo la pérdida de la soberanía de los estados miembros en la aplicación de la política monetaria y la subida generalizada de los precios como consecuencia de la conversión de la moneda.

Inconvenientes que se podrían compensar con una mayor unión política, fiscal y bancaria entre todos los estados miembros.   


El resultado para España es plenamente positivo, pues le ha proporcionado  un marco de estabilidad monetaria que ha favorecido la capacidad de crecimiento y el avance en la convergencia con la Unión Europea (UE). 

Después de haber vivido catástrofes como la crisis financiera del 2008 y posteriormente la crisis provocada por la pandemia en los últimos dos años, sacamos la conclusión de que hubiera sido todo muchísimo más complicado si hubiéramos estado fuera del euro.


El euro está aquí para quedarse y se ha convertido en la segunda moneda más utilizada del planeta. 


Tras veinte años, el Banco Central Europeo ha decidido actualizar el aspecto de los billetes de euro de forma que sean innovadores y seguros y que los europeos de todas las edades y procedencias puedan identificarse con ellos. Se espera que los nuevos diseños de los billetes estén listos en 2024.






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