La inflación aplasta a las familias

El consumo básico de alimentos y bebidas no alcohólicas, junto con la electricidad, el gas o la utilización de vehículos personales y transporte, elementos fundamentales del día a día de las familias, ha crecido exponencialmente durante 2022 a causa de la subida generalizada de los precios. Elementos difícilmente reemplazables en la economía de un hogar, elevan la presión sobre el presupuesto familiar con una subida del 19%. 

Traducido a términos monetarios, si el año pasado el gasto de las familias ascendía a 153.000 millones de euros, de mantener el mismo ritmo, este año superaría los 182.000 millones de euros.  A costa, eso sí, de endeudarse o ahorrar.


La subida del IPC y el encarecimiento de la energía, motivado por la guerra en Ucrania, están aplastando a muchas familias, que han tenido que cambiar muchos de sus hábitos cotidianos. Según una encuesta de la OCU, el 75% de los consumidores ha modificado sus hábitos de consumo de energía, agua y movilidad.

Numerosas personas han dejado de comprar carne, otras muchas recorren hasta seis supermercados para comparar los precios o han decidido cambiar la hora de poner la lavadora y planchar para que le salga más barato.


Muchas personas se han visto obligadas a recortar gastos para ahorrar a final de mes. El 45% de la población bajó la calefacción el pasado invierno y ahora, en verano, muchos evitan poner el aire acondicionado o el ventilador para que no se dispare la factura de la luz. La inflación es, por tanto, un lastre diario para el bolsillo de los hogares y, en los peores casos, provoca que aplacen también gastos sanitarios como ir al dentista u a otros especialistas.



Con la pandemia, vieron cómo subían los precios de la energía y, a raíz de la invasión rusa de Ucrania, se enfrentan a diario al encarecimiento de la luz y alimentos básicos como la leche, huevos, fruta y legumbres.


De enero a junio de 2022, la leche ha subido un 24%, los huevos un 35% y comprar una bandeja de pollo entero o una barra de pan es un 10% más caro, según un estudio de la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios.


Las familias buscan más ofertas y ahora mismo, el consumidor es más sensible y está más atento a las promociones. Las “marcas blancas” se han convertido en un esencial para todo el mundo.


Junto a los alimentos, la energía es otra causa clave de que la vida sea ahora más cara. Toda esta subida ha provocado el cambio de rutina para poner el lavavajillas, la lavadora y buscar horas más baratas.


La guerra entre Rusia y Ucrania ha desajustado la tendencia a la baja de los precios de la energía. El sistema ha visto cómo el mercado en toda Europa ha marcado récords históricos día sí y día también. Sin ir más lejos, en España, país que no depende íntegramente del gas ruso, ha marcado un precio tope en OMIE de 544€/MWh.


Puesto que no es posible cerrar el grifo al completo del gas ruso de forma inmediata, debemos plantearnos el futuro, sin duda, una opción serán los proyectos de energías renovables en toda Europa y desarrollar la tecnología del hidrógeno verde para acabar de una vez por todas de la dependencia energética de Rusia.


Este viernes 2 de diciembre los países de la Unión Europea alcanzaron un acuerdo para fijar un tope al precio del petróleo ruso de 60 dólares por barril, como parte de las represalias contra Moscú acordadas junto al G7 por la guerra contra Ucrania.


El acuerdo político de hoy garantiza que, si el precio de mercado baja de 60 dólares el barril, el tope se actualizará de tal forma qué al menos esté un 5 % por debajo del que tiene en el mercado.

(NOTICIA)



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