La doble cara de la moneda: pobreza en el multimillonario Qatar.


Qatar es uno de los países más ricos del mundo gracias al dinero del gas y del petróleo, con un Producto Interior Bruto (PIB) de 180.000 millones de dólares, el Mundial más caro de la historia arrancó el pasado 18 de noviembre. Anfitriona del torneo de fútbol más aclamado, invirtió la cantidad de 220.000 millones de dólares en infraestructuras, estadios, complejos... Todo un lujo de detalles con el objetivo de que no falte de nada en la cita que los qataríes llevan esperando desde hace 12 años.



La preparación del mundial precisamente ha sido uno de los principales motores económicos en los años recientes, pues para adecuar los escenarios deportivos han tenido que contratar migrantes de diferentes naciones para que trabajen en ello, que llegan a Qatar en condiciones altas de pobreza. Viven en barrios aislados y peor comunicados, lejos de las zonas frecuentadas por turistas y aficionados. llegan de países como India, Bangladesh, Nepal o Pakistán, la mayoría no tienen cualificación. Aunque aquí tienen mejores condiciones de vida que en sus países de origen, una parte importante vive con lo justo, bajo salario mínimo y compartiendo una habitación de seis para mandar dinero a sus países.


Muchos de estos empleados sin cualificar apenas superan el salario mínimo mensual, establecido en 275 dólares.


Uno de los temas a los que no ha podido escapar Qatar es la esclavitud sufrida por parte de los trabajadores que se ocupaban de las obras en los estadios del Mundial. Empleos de casi 20 horas, siete días a la semana y a 50 grados fueron algunas de las causas que provocaron 6.500 muertes.






La OIT, por su parte, afirma que solo en 2020 habrían muerto unas 50 personas, un año en el que habrían sufrido lesiones unos 37.600 operarios.


Curiosamente, la estricta legislación del país árabe sólo exige a las empresas una indemnización si sucede literalmente en el lugar de trabajo, por lo que muchos "problemas renales", "ataques al corazón", "insuficiencias respiratorias” o incluso una muerte por el choque de un autobús yendo al puesto de trabajo no computan como accidentes laborales.


Esta será la Copa del Mundo más polémica de la historia: las temperaturas cada vez más extremas y el dudoso historial de derechos humanos de Qatar se aliaron contra los obreros.


Por todo ello, encontramos numerosas críticas de los defensores de los derechos humanos, que lamentan que el torneo se juegue en un lugar con leyes que penalizan la homosexualidad y restringen la libertad de expresión. Qatar, con un tamaño similar al de la Región de Murcia, es el país más pequeño que ha sido anfitrión de un Mundial de fútbol. Ha invertido más de 220.000 millones de dólares en los preparativos del campeonato, construyendo seis estadios, un nuevo aeropuerto, todo un sistema de metro y kilómetros de carreteras; es el Mundial más caro de la historia. El objetivo no es otro que legitimar el régimen del jeque Tamim bin Hamad Al Thani y cumplir su visión de Qatar como un país puntero a nivel planetario.


El Parlamento Europeo ha denunciado la corrupción “rampante y sistémica” de la FIFA, y exige una investigación de las muertes ocurridas durante las obras previas al mundial de Qatar y la reparación de los daños a las personas o familias afectadas.





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